De Amor y Música

Mi vida contada desde al Amor y la Música, que son mi razón de existir

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Mayor, menor o mixto. Depende de vuestra elección. Todas mis publicaciones son fruto de la espontaneidad de mi pensamiento. No existen correcciones en ninguna de ellas. No busco justificar mis errores o aciertos, únicamente mostrarlos y compartirlos.

jueves, mayo 28, 2009

Ahora, o nunca

Dije e hice... y, lo bueno:

Hago.


Lo que desde siempre y, desde un buen principio, ví, sentí y acepté, como algo consciente y de necesaria realización personal, es satisfacer mi Amor por la interpretación del Bajo Contínuo en la Música Barroca.

Con violonchelo.


Fehacientemente, me siento privilegiada por el honor de haber contado y contar con maestros/compañeros/amigos que me han permitido sentir el regocijo de abrirme el camino hacia cierta experiencia interpretativa en tal menester. También me hace ver cuán poco sé, pues, la enseñanza recibida, la siento del todo efectiva y acertada en mi alma y corazón, al mostrarme e ilustrarme sobre cuantísimas, infinitas cosas quedan por aprender. Enseñanza que nos hace conscientes de nuestra ignorancia empujándonos a descubrir.

Ahora me veo en clara posibilidad de realizar lo que nunca dejara de mover mi entraña...

Si, en peores condiciones, nunca he dejado de realizar lo que amo. Si, en todo este tiempo, incluso explicado en este blog, en el cual los conciertos se alternaban con recoger basuras o serrar maderas. Es más, no por esa combinación, si no que, además, sin tener contratos fijos en esos trabajos, estudiar, hacer conciertos, y llegar a objetivos que aún estan dando sus frutos y, lo mejor, saber que aún hay para rato...

En fin. Mi Ahora o Nunca es acceder al aprendizaje del chelo.

Es el instrumento el cual aparecióseme en el mismo y juvenil instante en que, enamorada, no convino, en mi ilusionada sugerencia, como ideal instrumento en ojos maternos. Ella quería que yo estudiara piano. Teniendo en cuenta que, a mis 21 años, pregunté, dubitativa, si chelo o piano, convencida, dijo piano. Acepté sabiendo que el violonchelo no quedaría impune en mis manos, ya pensando a largo plazo.

Todo ello aconteció a raíz del fallecimiento paterno. De no saber lo que era trabajar, como típica estudiante universitaria de principios de los años 90, a verme en una fábrica, de la noche a la mañana, diciéndome: Ahora o nunca.

Y 35 noches desde el 1 de junio hasta el 5 de junio, dieron, entre pluses varios, para el piano, y las otras 70 para seguir con filo y, de tanto Amor, presentarme al conservatorio y, pagando 1 año, hacer 3.

Por qué explico todo esto?

Por la sencilla razón de que, ahora que vislumbro la posibilidad, no voy a dejar que se escape: consciente de la incertidumbre que, muy dada a llamar nuestra atención, es el mañana;...Ay! no existe mejor momento vital en mí en cuanto a presencia.

Un inciso que deseo ampliar como paréntesis en cursiva, y después, vuelvo.

Presencia como actividad vital que, contrariamente a la pasividad vital (traducida como un estar por estar, en todos los sentidos en que la ignorancia queda manifiesta).

Presencia es un estar activo: Un estar aquí y ahora. Su devenir siempre es novedoso, por cuanto que es infinitamente ampliable.
Sólo desde el presente se puede concebir el mañana y el ayer.

Es lógico: Hoy me refiero a mañana o a ayer. Ayer me referí a un mañana que resultó ser hoy, y a un ayer que resultó ser antes de ayer. No dejé, por ello, de hablar desde lo que ayer fue un hoy en su momento, lo que en su presente, su mañana fue mi hoy. Tampoco, al afirmar esto, quiero reducir mi concepción temporal a meras sucesiones de ayeres que fueron hoy en su momento, hoys que serán ayer mañana, y mañanas que serán hoy, pues, ciertamente, es caer en el absurdo.

Absurdo porque:
El mañana no es, pues siempre es un será. El mañana sólo puede ser concebido desde y en el presente, presencialmente y/o presenciando lo que, dadas las circunstancias, deviene como previsión y/o proyección.
A su vez, sólo en y desde el presente podemos invocar otros presentes que ya acontecieron y que se nos presentan en forma de recuerdos.

Podemos proyectar posibles presentes e intuir que, en esos posibles, se excluyen infinitud de probables, los cuales nos alertan de que más de lo mismo ocurrió en nuestro acto de recordar.

Naturalmente,
en manifiesta actividad como exclusión, fruto de la elección, es donde abrimos ese marco en el cual nos resulta grato reafirmar, incidir en una actitud de voluntarioso y contínuo enriquecimiento de nuestro quehacer presencial para mayor regocijo en la experimentación de ese respirar los suaves, frescos y agradables vientos en amplios parajes a los que aspiramos.

Así, después de 17 años, nunca es tarde. El instrumento que te llamó a la puerta un buen día, en que ni siquiera supiste el por qué de esa llamada (sólo sentiste que marcó una sonrisa en tu alma), no llamó en vano. Sonó como una carícia. Una verdadera carícia no se olvida.

Lo Innato se resuelve en la consciencia sobre la eterna resonancia vital cultivada en esta, mi alma.

Inequívocamente, desde entonces, como ayer, ahora, y siempre, este crucial acontecimiento, encuentra, ya por fin, asa fértil por desbrozar. Un terreno de nuevas e infinitas posibilidades. Otro abanico añadido a los ya abiertos y por abrir: infinitas oberturas ofreciendo infinitos posibles.

Infinidad escogida. Infinidades derivadas. No es perderse. O sí ( que es lo emocionante). Lo mejor:


No tiene pérdida.


Ahora bien; quien haya podido soportar, en presencial y activa lectura, este improvisado discernimiento y, aún a riesgo más que probable de situar al lector ante fastuosas muestras de evidentes incongruencias, ni de lejos me atrevo a rectificarlo. Así es el presente. Ese riesgo de verse en ese
Ahora, o nunca.

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