Y una vez en la Tierra... Roda de Barà.
Qué tierrecilla, caprichosa en su molde, calmada.
El Conde de Bar+a.
En pequeñísima, inusitada escala, un pueblo costero del todo diferente, único en su especie.
Como Patrimonio arquitectónico e histórico y en claro síntoma de natural hospitalidad; en buena, buenísima cuenta, expuso, sin ostentar, su caprichosa, dulce y robusta palidez salina.
Llena de recobecos.
El Renacimiento imita al mar. El Siglo XVI pone, con sumo cuidado, portones de medio arco para cuidar sus calles suavemente adoquinadas. Flanqueadas por blancos flujos de casas levantadas por el robusto marrón de la madera noble.
Cuando el capricho de los quehaceres de la naturaleza nos hace conscientes de nuestro privilegio al ser dado, es cuando un lugar sabe darte cuanto es.
Sorprenden, así mismo, los precios en relación a la calidad de vida. Y un trato que, de cercano cordial y, en justísima medida, cariñoso, no tiene parangón.
Quiero volver!
:-D
Nunca olvidaré que vos, amada mía, habéis sido quién, bella sin igual, procuró el milagro privilegioso de ofrecerme la posibilidad de pisar, oler y acariciar y ser acariciada por tan peculiar estancia.
El Conde de Bar+a.
En pequeñísima, inusitada escala, un pueblo costero del todo diferente, único en su especie.
Como Patrimonio arquitectónico e histórico y en claro síntoma de natural hospitalidad; en buena, buenísima cuenta, expuso, sin ostentar, su caprichosa, dulce y robusta palidez salina.
Llena de recobecos.
El Renacimiento imita al mar. El Siglo XVI pone, con sumo cuidado, portones de medio arco para cuidar sus calles suavemente adoquinadas. Flanqueadas por blancos flujos de casas levantadas por el robusto marrón de la madera noble.
Cuando el capricho de los quehaceres de la naturaleza nos hace conscientes de nuestro privilegio al ser dado, es cuando un lugar sabe darte cuanto es.
Sorprenden, así mismo, los precios en relación a la calidad de vida. Y un trato que, de cercano cordial y, en justísima medida, cariñoso, no tiene parangón.
Quiero volver!
:-D
Nunca olvidaré que vos, amada mía, habéis sido quién, bella sin igual, procuró el milagro privilegioso de ofrecerme la posibilidad de pisar, oler y acariciar y ser acariciada por tan peculiar estancia.
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home