De Amor y Música

Mi vida contada desde al Amor y la Música, que son mi razón de existir

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Mayor, menor o mixto. Depende de vuestra elección. Todas mis publicaciones son fruto de la espontaneidad de mi pensamiento. No existen correcciones en ninguna de ellas. No busco justificar mis errores o aciertos, únicamente mostrarlos y compartirlos.

sábado, septiembre 12, 2009

Ir, volver. Volviendo al ir. Yendo al volver.

Vuelvo sin que por ello me haya ido.

En este laspo temporal en el que he dado muestras de ausencia, bien sabéis, amigos lectores, que es síntoma de que grandes cosas han ocurrido. Grandes cosas que demandan una presencia personal en su totalidad.

Todo este tiempo de ausencia os debe de sonar a ese Sibemol a 415Mhz tan familar :-)

Eso es: Ausencia significa vivencia en ingente calidad y cantidad en todas sus facetas. Así, la presencia física es un factor indispensable y determinante por y en su naturaleza.

Ahora sí! ... ya no me ando con más rodeos:

Otra vez mi fuente emana copiosamente aguas con esa extrema frescura que, sólo en el caso de provenir diréctamente de la dádiva natural, puede sentirse, en el acto de libación, como ese extremo nos llevaría a una diáfana y consicente contrariedad si dijéramos que está fría.

Lo bueno de todo ello es que mi recurrente alusión al agua y a su naturaleza, no sólo descansa en análogías, figuraciones, comparaciones y demás recursos lingüísticos y/o metalingüísticos para abrazar lo que, paradógicamente (es,precisamente, lo bello y apasionante del asunto) en sumo grado es innombrable, sinó que, además, he gozado del privilegio de comprobarlo personalmente.

Así, en mis próximas publicaciones daré razón de todo cuanto viví en mis vacaciones, porque sentir y, en ese sentir, mientras bebes, la unión sin tapujos, sin más, en que desde el mismísimo instante en que entro en contacto con ella, mi acto deja de ser un beber para convertirse en libación... es un regalo inolvidable. Un privilegio que nunca hubiera imaginado que me tocaría disfrutar a mí.

Todo empezó con una llamada telefónica a las 23.00h de un día de principios de agosto. Al cabo de 9 horas, es decir, las 8.00h de la mañana, aparecí sentada en un tren de larga distancia dispuesto a a encaminarme hacia esa experiencia.

El comienzo ya fue espectacular. Como antaño, en mi época en que, por ejemplo, bajaba de una llegada en avión procedente de Galícia y, de camino a casa, ya en Barcelona, recibir una llamada de una amiga para ir a Mallorca y, ir con esa misma maleta diréctamente al puerto y coger el primer ferry. De Aeropuerto a puerto, sin avisar, como me gusta.
O la vez que por la noche me dicen de ir a ensayar a Madrid a la tarde del día siguiente para una actuación en un coro y a las 14h del día siguiente plantarme allí, ensayar hasta las 20h y volver a la mañana siguiente. Así, sin programaciones. Por sopresa.

Por fin he vuelto a experimentar esa espontaneidad única en su especie. Lo que se siente al aventurarse a hacer las cosas sobre la marcha, por lo menos en mi caso, ofrece un 95% de probabilidad de que todo salga a las mil maravillas y lo pases tan espectacularmente bien que se hace imprescindible, necesario, en un momento u otro, un abrazo.



Continuará.

Estoy segura de ello:-)


Si el theorbo suena, es que Barroco lleva.

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