De Amor y Música

Mi vida contada desde al Amor y la Música, que son mi razón de existir

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Mayor, menor o mixto. Depende de vuestra elección. Todas mis publicaciones son fruto de la espontaneidad de mi pensamiento. No existen correcciones en ninguna de ellas. No busco justificar mis errores o aciertos, únicamente mostrarlos y compartirlos.

martes, agosto 08, 2006

Historias de una barrendera suplente I

Los gajes del oficio de barrendero son variopintos. Hay algunos que son para echarse a reír, otros para echarse a llorar y otros que ni podría saber cómo reaccionar, por lo raros que pueden llegar a ser. También se puede llegar a aprender mucho sobre ciertos aspectos. Iremos por partes.

La fauna y la flora: La acacacia, ese maravilloso árbol mutante.
He aprendido sobre la vida de la acacia y su ciclo reproductivo, si se le puede llamar de alguna manera. Es uno de los árboles más surrealistas que conozco. Es como si fuera un tutti frutti porque echa de todo lo imaginable y por imaginar. Me explico. Hay dos calles, la Calle del Campo (el Carrer del Camp) y la Calle de Europa. Estas dos calles estan pobladas de nuestro querido árbol. Pues bien, en la Calle Europa, sólo uno de éstos árboles, a principios de agosto, me hacía cargar dos cubos, es decir, como unos 20 0 30 kilos, de una flor amarillo chillón que expulsaba compulsivamente. Debajo de ese árbol parecía que nevaban flores. De nada servía barrer ya que, una vez barrida la acera, ésta, al cabo de unos minutos, volvía a aparecer como una alfombra amarilla de las malditas florecillas. Al cabo de 3 semanas y después de haber llovido algún día, de repente ví que empezó a expulsar una mezcla de flores amarillas y una pelusa verde que parecía pelo de ese que sobra cuando te peinas. Almenos ya no había esa cantidad de flores amarillas que tanto atraían a bichos en busca de polen (de eso hablaremos más tarde). Ahora, que ya el sol no es tan fuerte como hace dos o tres semanas, le ha dado por echar unas judías verdes pequeñitas, muy pequeñitas. Tan pequeñitas que si existieran como tales para comer, valdrían un riñón el kilo, porque tienen una pinta que dan ganas de comérselas. Y ahí vemos a nuestro árbol mutante, que en un mes nos ha echado flores, pelos y judías.
Respecto a la fauna. Sólo decir que al vestir con el peto amarillo con las rayas grises reflectantes, parecemos avispas gigantes. Y si no díganselo a ellas, que me persiguen cada día para mirarme y yo salgo corriendo como quién ve un monstruo y seguro que a más de uno/a que me vea al pasar debe de quedarse bien sorprendido/a.
Como este trabajo es monótono en la gran mayoría del tiempo, tenemos tiempo para pensar y pensar. Y hoy quedé muy sorprendida al leer un artículo sobre una planta marina, que no un alga, si no una planta marina, que no recuerdo cómo se llama pero que existe entre Mallorca y Formentera. Resulta que esta en peligro de extinción porque crece muy lenta ( a razón de 1 o dos centímetros al año) y esta protegida porque es muy beneficiosa ya que aporta mucho oxígeno al agua y elimina el dióxido de carbono. Pues bien, se ve que encontraron un lugar con 8 kilómetros de esta planta y cual fue su sopresa al ver que no se trataba de una jardín con varias plantas si no que era una única planta que había crecido 8 kms. y al calcular su tiempo de vida a razón de su ritmo de crecimiento, resulta que esta planta tiene nada más y nada menos que 100.000 años de vida, siendo el ser vivo más viejo sobre la tierra. Es impresionante, vivir cien mil años, por favor.

Mañana, en el segundo capítulo, hablaremos de la vida social de una barrendera suplente. Veran que hay situaciones muy emocionantes y otras en la cuales dan ganas de dar un escobazo a alguien. Hablaremos de una familia gitana con unos 10 o 12 miembros a los cuales les he caído en gracia y verán cómo transcurren sus vidas y cómo han llegado a explicármela. Y de la bronca a un señor por tirar cosas al suelo.
El tercer capítulo versará sobre las cosas habituales y las rarezas que una llega a barrer. Algunas espantosas y otras de las cuales más vale no hablar.

Por último decir que pienso cada día en qué bonito sera el próximo fin de semana en Lleida. Y menudo rollo que estos días llueva siempre por las tardes. Si lloviera por las mañanas me refugiaría en algún sitio y no tendría que trabajar hasta que no cesara la lluvia. No caera esa breva.
Y, como siempre, pensando en mi amada me voy a descansar. Hoy hemos hablado por teléfono. Me encanta escuchar su voz, aunque sea un poquito cada día. Así, almenos, tengo la ilusión de que llegue ese momento del día y así todo cobra sentido para mí, ya que la monotonía me asedia sin yo poder hacer nada.
Mi niña bonita, te quiero.

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