Qué poquito dura lo bueno

Se me ha hecho muy corto el fin de semana en Salou. Qué penita nos dio cuando tuvimos que recoger las cosas para tener que marcharnos. Pero vamos por orden y empecemos por el principio.
Acabé de trabajar, me duché, hice los últimos preparativos de la maleta y ya tenía a mi niña abajo esperándome. Es tan puntual que siempre llega un poquito antes, y yo, como en ese sentido soy igual, pues bajé antes, y claro, habíamos quedado a las 14h pero a las 13.50 ya estábamos en el coche dispuestas a marchar. Así da gusto. Me encanta la puntualidad. No me gusta esperar ni hacer que me esperen, por eso me encanta la gente así de puntual como mi amada.
Emprendimos el viaje muy tranquilamente, a una media de 90 km/h. Perfecto. En una hora y 20 minutos nos plantamos allí. No cogimos caravanas ni nada, puesto que salimos a una hora en que la gente esta comiendo.
La habitación daba frente al mar y nos llevamos una sorpresa, puesto que pensábamos que por el precio sería de vista lateral. Además, me soprendió sobremanera que en el libro de los hoteles pusiera un precio y luego en recepción nos cobraran menos. Me hizo pensar en que ese es el precio que ponen las agencias, claro esta. Así que, es perfecto orientarse por el precio de las agencias que ponen en los libros pero hacer la reserva por nuestra cuenta. Así no pagamos comisiones a nadie.
Como estaba muy cansada de trabajar ( los viernes acabo muy agotada porque el cansancio se va acumulando toda la semana) estuvimos descansando en la habitación una vez habíamos colocado todo en los armarios etc. Tomamos una copa de cava para celebrarlo y esperamos con mucha ilusión la cena.
Dios! cuantos manjares! La carne de ternera la cocinaba un hombre en una plancha al momento y la servía caliente en el plato. Había de todo y todo buenísimo. Tantas cosas que no sabría decir. Carne, pescados, verduras de todo tipo y cocinadas con muchísima originalidad, miles de ingredientes sueltos para elaborar tus propias ensaladas, cientos de boles con salsas buenísimas, stands sólo de fruta de la mejor calidad y al punto de sazón... aquello era el Barroco en estado puro. Comí 5 platos entre los cuales había carne, patatas fritas, que eran dulces como a mí me gustan, setas, empanada gallega, melón, sandía, piña, gelatina, mangos, quesos, mejillones al vapor de Galícia (supe que eran gallegos porque el bicho ocupaba toda la cáscara). Como traje mucha hambre porque no me dio tiempo a comer después de trabajar, gocé como nunca.
Vimos un espectáculo de percusión muy interesante, ya que además mezclaba escenas cómicas y distintos números de bailes y danzas. Estuvo muy bien verlo sentadas al fresquito en la terraza del bar de la piscina.
Y así todos los días. Playa, piscina, comida. Siesta, paseo, cena. Vamos, la vidorra padre.
Al día siguiente volvimos a un restaurante que ya habíamos visitado el año pasado para volver a repetir con la paella que tanto nos gustó y que tan baratísima costó. Les salió aún mejor que el año pasado. Dios mío! creí ascender a los cielos con el sabor de aquella paella algo caldosita como nos gusta a mi amada y a mí.
Y la penita que nos dió desayunar el último día y saber que teníamos que marcharnos al cabo de una hora. Arrasamos otra vez y nos fuimos pensando en que nos hubiera gustado quedarnos a vivir allí.
Salimos a las 12h y llegamos a las 13h. Tampoco cogimos caravana, ya que la gente iba cuando nosotras volvíamos. Ha sido genial.
Por la tarde estuvimos viendo un film catalno-valenciano en el que trabaja Imanol Arias que se llama Mentides (Mentiras)que trata de un juez gay que de joven estuvo con un pianista y al que sigue viendo 20 años después. El pianista se casa y el juez también, con sendas mujeres. Luego el pianista se separa y el juez lo ve con otro hombre y se suicida. Un dramón que he resumido demasiado pero que nos gustó mucho. Una historia de amor puro. El juez quiso seguir los pasos de su amante pero al final no se atrevió a dar el paso definitivo que sí dio el pianista:salir del armario. Preferio quitarse la vida a ver cómo su eterno amor estaba con otro hombre. Lo que hace el miedo.
Y nada... hoy lunes, como siempre, el peor día de trabajo. Aunque ya pasó y ya podemos decir que hablamos de martes. Y así se acercará el día en que nos vayamos a Jiede (LLeida) a pasar el siguiente fin de semana. Y también a comer manjares de allí, porque han abierto un resturante en el pueblo de los padres de mi amada que se ve que cocinan divínamente.
Es cierto, hoy sólo hablo de comer, beber, dormir y hacer el amor. Pero... qué más hay en la vida placentera que no sea esto? la Música y las artes. Así es perfecto. Y no me lo nieguen.
Ya queda menos para practicar nuestro deporte favorito, descrito en las tres líneas anteriores. Esta vez lo practicaremos en la Terra Ferma.
Visca Jeide!!
Amada mía, te echo de menos.