A rey muerto...

Rey puesto.

Menudo trajín de vida llevo. Una actividad frenética en todos los sentidos. Otra vez el ciclo ciclo vital vuelve a ofrecerme su parte más activa. Me encanta. Ahora me veo sumida en un contínuo quehacer laboral, amistoso y, por qué no decirlo, de amoríos.

Que surgen sin que una se de cuenta, pero que cuando surgen, no se desaprovechan.

Siempre la verdad por delante. Que sale bien? genial. Que no sale bien? Sencilla respuesta: a rey muerto, rey puesto.

Es lo que ha crecido en mí desde la total independencia.

Ahora, más que nunca, expreso mi todo sin tapujos, sin problemas, sin tener que esconder, a través de mí, las carencias ajenas. Mis derroteros girarán en torno a una sencilla adecuación que, desde mi experiencia y mi trabajo personal, versaran sobre la plena aceptación de mi condición humana.
Dado este nuevo objeto me ofrecen pleno derecho a ser, cuanto menos, exigente a la hora de escoger con quien quiero compartir mi amistad o amor.

Ninguno de nosotros se libra de tener prejuicios. Ninguno. Pero almenos, al igual que me exigo a mí misma el intentar prescindir de ellos en la medida de mis posibilidades, entre otras cosas, aprendiendo a asimilar mis errores a la hora de juzgar, también lo voy a exigir a la hora de que otros intenten imponérmelos cuando para mí ya son materia superada. Y no sin esfuerzo. Pero, si los demás no se esfuerzan, en su desidia engendrada por el temor u otras formas de expresión de ignorancia, en alejar esos prejuicios en una constante superación como aceptación de sí mismos, no voy a ser yo quien vaya a cargar con los lastres ajenos para salvar sus penosas existencias.

Se acabó.

Cuando yo tuve ese lastre, sólo yo, a base de vital necesidad, afronté el miedo y demás injustificaciones para proceder en la desidia.

Quién no tenga lo que hay que tener para aceptar su lesbianismo, que acarree con las consecuencias de lo que es vivir para los demás y no para una misma. Sera una vida no vivida, si no desvivida, en ofrecimiento al aprovechamiento ajeno (que siempre hay quien busca provecho, lamentablemente).

Allá cada uno con nuestros prejuicios. Ayudaré, como dije, al caminar del amigo que tropieza. Lo ayudaré si tiene intención de levantarse y seguir caminando hasta poder soltar mi mano y seguirlo por sí mismo. Sé que me ayudarían si a mí me pasara lo mismo. Porque cuando la ayuda es ayuda es así. Lo demás es desidia, aprovechamiento, dependencia...en fin, ignorancia.




Ella estudió Filosofía. Como yo. Ahora estudia Antropología y es encargada de un restaurante de comida árabe. Tiene 3 años menos que yo. Vive a dos paradas de tren de mi ciudad. Estudia en la universidad de mi ciudad. Hablamos desde hace dos semanas. Me encanta su vitalidad, alegría y naturalidad. Me río mucho con ella. He quedado este sábado para verla por primera vez en mi vida físicamente. De algo ha de servir internet. En una ciudad como la mía es difícil conocer a mujeres lesbianas. Ella acepta su condición y también luchó por ser ella misma. Se nota. Todo es sencillo. Nuestras conversaciones son sencillas, naturales... hasta que nos pongamos a filosofar y, entonces, aún sea más natural y sencillo el poder hablar de temas que nos hagan sentir que somos, más que nunca, nosotras mismas, al trascenderlos. Es una amistad en potencia. Estoy convencida de ello, aunque ya emita un prejuicio al decirlo. Pero soy consciente de él y con él sé cual es mi predisposición hacia ella. Esa consciencia también me permite tomarme las cosas con clama, porque abro el campo de la posibilidad de que lo nuestro no llegue a ser más que un mero contacto puntual. Es un prejuicio sano, necesario por ser aplicado en un caso novedoso.


Aún así, nunca dejaré de creer que he perdido el tiempo desde que sentí plena consciencia de que el camino antaño tomado fuera un camino ya recorrido y finalizado.

Ahora es cuando, como otras veces dije en este blog, llevo a la práctica aquello que menté sobre la obertura de un abanico de posibilidades, el cual se hace más amplio a mayor consciencia del affaire en cuestión, en el cual, cuando el camino escogido de entre las posibilidades que se nos ofrecen llega a su fin o creemos que no es el adecuado, no hay mejor forma que volver al principio para escoger uno nuevo y ver qué nos depara,sí, pero con la experiencia del anterior acompañándonos y ayudándonos a caminar en el nuevo con la ilusión de saber que, afortunadamente, la vida nunca deja de otorgarnos el privilegio de iniciar nuevas andadas. Otorga cuando activamos el botón, cuando damos ese paso, cuando asumimos que una nueva vuelta sera aún más divertida.

Nada más lejos si esperamos a que anden por nosotros. La Natura se expresa de todas las maneras posibles. Un ejemplo musical análogo y unívoco sería el decir: La música nunca te olvida si tú no la olvidas a ella. La partitura te dara cuanto tú des por ella. Ella esta ahí para que tú sientas el regocijo de ser ella. Sólo se puede ser ella, para que ella sea yo, si yo me muestro activo, me esfuerzo. En ese esfuerzo la vida, en su esencial desnudez, aflora.

Hoy excedo en elocuencia. Curioso sera el lector que lea ahora mismo mi parecer sobre el post de hoy: No sé cómo pudiste aguantar, querid@ amig@, el tostón que solté. Pero, por otro lado, gracias por leerme y, más, aún por otro costado (espero que no salgan más costados que si no, no acabamos) yo me quedé en la gloria al escribirlo y, quien no llegó hasta aquí, en su derecho esta.


Ultimamente no escribo a diario, pero mi expansión es sin igual. Me recupero sobradamente.


Mi vida sigue en su giro de 180º. Es apasionante. No diré que quisiera que siempre fuera así, pues, en efecto, quiero que sea así, activa, sin rutinas, vívida, apasionante, sensual y espiritualmente fervorosa. No lo diré porque no me hace falta decirlo. Mi quehacer diario ya me proporciona una vida rebosante de experiencias, las cuales me atrevo a vivir.


Con más fuerza que nunca.


Saludos!