De Amor y Música

Mi vida contada desde al Amor y la Música, que son mi razón de existir

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Mayor, menor o mixto. Depende de vuestra elección. Todas mis publicaciones son fruto de la espontaneidad de mi pensamiento. No existen correcciones en ninguna de ellas. No busco justificar mis errores o aciertos, únicamente mostrarlos y compartirlos.

sábado, septiembre 19, 2009

Cajón de Sastre

Ni sentándome encima de él lograba cerrarlo.

Andaba ya rebosante de objetos clamando, en silenciosa súplica, que les fuera concedida la libertad de abrirse nuevos horizontes y escapar así del tedioso y, siempre temido, sentimiento de inutilidad. Esa jubilación que, sabiamente, pocos convergen en un simple documento acreditativo.

Mi viaje fue tan repentino como reparador, tal que aconteció como prueba experimental de evidencias como las descritas en mi párrafo anterior.

La forma de llevarlo a cabo súbitamente, de un día para otro, descansaba en muy prometedor punto de partida. Como ya lo expliqué en mi anterior publicación y, en alusión al primer párrafo de ésta, resuelvo en explicar este mi segundo capítulo.

En el tren conocí a bellísimas personas. El chico que se sentó a mi lado, jovencito, anduvo continuando la fiesta que dió comienzo en Valencia. Sus andanzas de ida y vuelta al vagón-bar no pudieron ser enteramente correspondidas con mi compañía, pues la prudencia me llevó a ello. Acabó el joven bastante perjudicado al llegar a Linares. No se escapó de cariñosa reprimenda por mi parte, la cual escuchaba con soprendente por educada atención, y comprendí que, aquel maquinerillo cordobés, arrancó sentimientos de nobleza y cariño en mí, los cuales fueron gratamente correspondidos.

Entretanto, una agradable señora, respondía candorosamente a mis no pocas muestras de curiosidad, ante la plenitud consciente de mi desconocimiento del lugar, cuya decisión, súbita, devenía como propio, resuelto y cercano destino.

Y consumada, así mismo, la visión de parajes de belleza sin parangón a través del cristal y, conjuntados éstos a la música ofrecida en el hilo, la cual ya comenté su acertadísima elección y calidad, bien puedo afirmar que, entre otros, Las Tablas de Daimiel, Los Molinos y los enormes castillos coronando colinas, oteros y demás protuberancias manchegas, no aconteceran en olvido.

En el próximo post: Mi llegada y vida diaria. El vaciado del cajón de sastre.


Saludos.
entretanto,

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