De Amor y Música

Mi vida contada desde al Amor y la Música, que son mi razón de existir

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Mayor, menor o mixto. Depende de vuestra elección. Todas mis publicaciones son fruto de la espontaneidad de mi pensamiento. No existen correcciones en ninguna de ellas. No busco justificar mis errores o aciertos, únicamente mostrarlos y compartirlos.

sábado, agosto 20, 2005

Campanas y campanarios

Qué bonitos días hemos pasado juntas...cuánto amor...cuantos miedos y vértigos con tempestades y campanarios...
Por fin puedo andar tal y como me dijo el médico aquel día...me dijo justo lo que escribí en el post anterior (menos lo de la patada en el culo al director, pero bueno...yo creí escuchar que lo decía entre dientes a pesar de no conocerlo). Nada más salir del médico ya dejé las muletas...después de tener la buena suerte de ir a la policía para renovar el DNI de mi amada y que nos cerraran en chiringuito después de estar esperando dos horas y media porque ya no daba tiempo a tramitar más...y era justo cuando nos tocaba a nosotras...es que tenemos el gafe por muy temprano que nos levantemos...a ver si empezamos a tener más suerte porque nos la merecemos...
Aunque bueno...esta vez nuestra salida a la Terra Ferma ha sido extraordinariamente hermosa y bien calculada: hemos cumplido con el programa establecido casi por completo...sólo nos ha faltado ver una pequeña ermita del pueblo de Castelldans. Pero casi que no lo encuentro fallido...es como si la ermita hubiera dicho "no me miréis hasta que no lo podáis hacer en condiciones óptimas...y además...os espero el año que viene a la cita, no faltéis"...es como si fuera la perfecta excusa para volver a pisar tan bella tierra.
Pues bien...voy a tener que mirar el programa para ver qué es lo que hicimos desde el primer día y recordarlo con exatitud, ya que hicimos tantísimas cosas que hay que ordenarse.
El primer día, si mal no recuerdo (ya que las cosas que hicimos el primer día no las tengo apuntadas) fuimos a la piscina del pueblo...que, por cierto, estaba muy bien al principio, pero luego, cuando vimos la cantidad de hormigas y moscas que salían de la hierba...casi nos morimos de asco.Pero estuvo muy bien, ya que hacía un día de sol y un calor que invitaba a darse un merecido chapuzón después del viaje...Estuvimos por la mañana, fuimos a casa a comer unos ricos espaghettis carbonara y a la tarde volvimos...un día redondo de sol...ya cogí color desde ese día...es increíble lo moreno que pone el sol de allí.
Qué rica la sensación de poder volver a ver la casa sin tener la pierna escayolada. Esta vez la ví de verdad ya que pude acceder a todos los rincones de la casa...al terrado de arriba, donde se puede disfrutar de unas espectaculares vistas donde la tierra podría confundirse con el mar y desde el cual se visualiza el campanario de la iglesia del pueblo.
Cuando llegamos a casa cenamos una sopa y cosas para picar...estábamos cansadas de tanta piscina y el viaje y estuvimos un rato "Lleient"(descansando) y a dormir.
Al día siguiente...fuimos al huerto y cogimos pimientos y berenjenas y un calabacín de unas dimensiones extraordinariamente grandes. Parece que allí todo crece grande al estar en un lugar tan limpio. Vimos todos los campos del padre de mi amada...me pareció bellísimo poder coger las frutas de la misma planta...y olerlos al instante. Su olor era tan profundo que enamoraba. En un campo de almendros había, según me dijo mi amada, una higuera que se quemó, pero en su lugar había tres hijos que dejó: eran tres higueritas de un metro de altura cada una...qué maravilla poder ver cómo la propia naturaleza se regenera...aunque es curioso porque parece como el caso de las canas:te arrancas una y te salen siete.
Eso sí...la cantidad de vida que rebosa todo también se traduce en una cantidad ingente de bichos y, sobretodo, moscas...se nos ocurrió dejar el coche abierto mientras admirábamos los almendros y cuando volvimos, deberían haber unas 200 moscas dentro del coche...creo que ese día entendí el por qué en las películas de terror siempre se suele recurrir a este tipo de leitmotiv...fue realmente repugnante.
Por la tarde fuimos a ver la Iglesia de Les Borges Blanques. Me decepcionó un poco ya que la altura de su campanario es considerable...la fachada Barroca me encantó, y su forma exterior también...pero una vez dentro las imágenes (eran frescos) eran modernas...de pintura eclesiástica moderna, que parece de libro de catequesis. No quedaba ni un fresco original...eso sí..el órgano me gustó mucho...aunque era positvo (como todos los que vimos en todas las iglesias, y todos del S XIX). A la noche fuimos a un bar del pueblo de Castelldans...pero nos fuimos temprano ya que comenzaba a hacer frío en la terraza.
No recuerdo exáctamente el día que fuimos a Juneda (una población cercana a Artesa de Lleida y a unos 12 kilómetros de Castelldans) pero al volver nos perdimos y fuimos por un camino que daba un miedo el pensar que el coche se nos podía quedar allí que lo pasamos realmente mal, pero al final llegamos a Borges y todo volvió a la normalidad. Menos mal... aunque esas cosas hacen que la vida tenga esa chispa de emoción que a veces viene bien para los corazones que últimamente parece que esten acostumbrados a una insana tranquilidad...
El lunes fuimos a las piscinas de Puigverd y estuvieron geniales, nos dejaron entrar gratis, y no sabemos todavía la razón, aunque intuyo que al dueño les caímos bien y algo más...pero bueno...nosotras a lo nuestro. Cogimos unas tumbonas y fue maravilloso ese día de pisicina, sin bichos y sin gritos de los niños y de la gente en general ( no sé por qué, pero la gente de la piscina de Castelldans grita como si estuviera poseída).
Comimos en un restaurante en Artesa de LLeida que fue divino... un foie riquísimo, mariscos riquísimos, el vino exquisito y las mil hojas de carne de lechal impresionante...y, como siempre, nuestro porroncito de moscatel y el postre típico de allí que es un manjar de los dioses. Se llaman "orelletas" y son como tortas finas de leche y harina con azucar por encima que se deshacen en la boca con un punto crujiente que es para tener un éxtasis mísitico y salir levitando del restaurante.
Volvimos a las piscina, y nos habían guardado las tumbonas.Perfecto.Luego sesión de bar y a casita tan rícamente. Cenamos en el mismo bar un bikini. Un día para recordar con alegría.
Al día siguiente fuimos al maravillosísimo Monasterio de Poblet...no pudimos escuchar cantar a los monjes porque no era horario de misa...pero es tan bello que no tengo palabras para describirlo...por dentro es muy alto...tiene una fachada barroca impresionante...un órgano doble, en estéreo, dentro del coro, que me recordó mucho al de Toledo o al de la catedral de Barcelona...me encantan esas tallas de madera tan impresionantemente detallistas...es algo que creo que hoy en día nadie podría hacer. Eso sí que es Santa Paciencia y buen hacer...el mundo de hoy en día va demasiado rápido como para que puedan existir obras arquitectónicas como las de Poblet u otras muchas. Cuando salimos de Poblet paramos en Vinbodí para comprar un vino a granel que mi amada me recomendó probar. Ahora mismo estoy tomando una copa y creo que jamás en mi vida había probado un vino a granel tan exquisito. Es rosado, pero no sé...tiene un paladar afrutado pero en su justa medida, y un ligero punto ácido que le da un toque de carácter como a mí me gusta. Mi amada sabe lo que es bueno y por eso siempre confío en su buen gusto. El vino ha sido otro de sus muchos aciertos. Y el día Otra vez perfecto.
Al día siguiente fuimos a la capital: Lleida. Al famoso castillo... tampoco tengo palabras para describir esta maravilla arquitectónica del SXII-XIII...se construyó en 600 años...dios mío...cómo es posible que hace 800 años se pudiera construir un edificio de tal magnitud??...es impresionantemente alto, y su campanario es absolutamente descomunal para lo que es la época. Tuvimos el privilegio de poder acceder a él a través de las 239 escaleras de caracol que nos dejó con agujetas durante 3 días. Pero lo merecía y mi pierna estaba contenta. Aunque pasé un vértigo y una claustrofobia que casi me quedo allí en medio de las escaleras. habían nidos de palomas con pichones que incluso podías tocar en la mini-ventanitas típicas del románico que tan realmente claustrofóbico es... ellos sí que sabían crear ambientes.
Cuando ascendimos a la cima las vistas eran maravillosas...y sonaron las 11 de la mañana a nuestros pies. La vibración que producía el gravísimo sonido de la campana mayor daba una sensación de que todo fuera etéreo, y un vértigo y éxtasis por estar a más de 60 metros de altura que sólo estando allí podrían saber de qué hablo. Me sentía un nonada cuando miraba a mi alrededor y la vista se perdía en la inmensidad del horizonte. Lleida se veía por entero...descubres lugares de la ciudad insospechados desde allí, pues nadie sabe que algunos bloques de pisos tienen piscinas comunitarias en las azoteas a no ser que las veas desde arriba...desde el campanario o desde un avión o helicóptero...
Comimos en un restaurante que estuvo bastante bien... anduvimos bastante para encontrar algún local convincente...no es que sea la cuidad de LLeida muy especial en los restaurantes, aunque el vermout en la calle Sant Joan, justo al lado de la calle mayor, estuvo estupendo, ya que había ese día mercadillo, y en la terraza de una calle antigua ver pasar a cantidad de gente da mucha vida. Aunque pensábamos que el día no se arreglaría, ya que por la mañana, antes de subir al castillo, estuvo lloviendo a ratos. Luego, para nuestra suerte, el cielo se abrió, y la ciudad despertó de su letargo, y realemente estaba muy animada. Me gustó.
Esa noche hubo una tempestad como de las que hacía tiempo que no escuchaba. Los rayos eran inmensos y los truenos sonaban como bombas atómicas. A las 4 de la mañana estábamos abrazadas y muertas de miedo por tanto escándalo. Ella vió, antaño, desde el terrado, como la tormenta se acercaba, amenanzante. Sublime.
Desde entonces cada día vimos rayos en la lejanía...algunos era increíblemente virulentos, anchos, rojizos, y estallaban en el suelo... era una imagen tremendamente bella... tuvimos que salir corriendo del terrado. Empezó a hacer frío y la tormenta se acercaba irremediablemente.
Al día siguiente fuimos a Borges y compramos bichos para la paella. Esta vez no me salió tan bien como otras veces, pero creo que fue porque la pescadería ese día estaba muy pobre y no pude ponerle los ingredientes que me gustan a mí...no me convencen mucho los langostinos en la paella, prefiero las gambas, le dan más sabor.
Por la tarde fuimos al castillo subterráneo de Castelldans, nuestro pueblo, que antaño se llamaba Castell d'ases (castillo de asnos). Yo pensé que era medieval y resulta que es una especie de búnker de la época de la guerra civil. Las vistas del pueblo eran maravillosas y pude hacer una foto parecida a la que sale en el post anterior y que esta recogida de la web del pueblo. Esa foto la quería hacer yo para tener la original, tomada desde el mismo sitio, y la conseguí.
Había una antena de móviles y nos salieron unos símbolos raros en nuestros móviles...a mí me salió una letra G encuadrada y a ella le salió una taza de café, que es el icono del script java. Una paranoia. Ella consiguió sacar la taza de café al cabo de dos días de haber pasado por allí... yo pude sacar la G saliendo del GPRS (que yo no sabía por qué el móvil estaba así) al momento.
Bajamos y estuvimos en casa tomando el fresco en el terrado. Llegaba hasta a hacer frío. Parece un clima desértico...por el día 40 grados de temperatura y a la noche un frío que hasta teníamos que dormir con mantas todas y cada una de las noches.
Al día siguiente fuimos a Cogul a visitar una cueva donde existen pinturas rupestres e inscripciones romanas e íberas... fué algo asosmbroso...lo que ocurre es que el hombre que estaba allí vigilando tenía un poco de mala leche y eso que desde el año 64 sólo lo han visitado 4100 personas... yo, si fuera él (todo el día metida en esa cabina solitaria esperando a que venga alguien después de un lustro sin venir nadie) besaría a los visitantes y los abrazaría por haberme alegrado el día y les hablaría mucho para que no se fueran. Pero el hombre se limitó a darnos las explicación soltando el rollo del tirón (un rollo que se había memorizado) y a mostrarnos con una vara las zonas pintadas...y bueno, como las pinturas no estaban en muy buen estado tuvimos que hacer grandes esfuerzos para poder verlas...pero cuando las veías aparecer ante tus ojos era como ver la luz de un pasado tan remoto pero con un estilismo en el trazo que parece mentira que hace 8.000 años alguien pudiera tener una percepción y una forma de expresarlo y de pintarlo en un lugar tan complejo como es la piedra al natural con sus imperfecciones. Fue realmente sorprendente el ver que los dibujos más trabajados y estilizados fueran hechos 2.000 años antes que otros que se veían completamente naïve. Nunca en mi vida había visto pinturas rupestres y, menos, orginales (las de las cuevas de Altamira no se pueden visitar...han hecho unas cuevas exactamente iguales y sólo se puede visitar esas reproducción exacta de la cueva) y la sensación es realmente extraña, me cosquilleaba el estómago. Me dió lástima el pensar que estan así de mal porque antaño, antes de poner la valla protectora, hubiera habido vandalismo en esa cueva...podríamos haber tenido unas pinturas en perfecto estado.
Más tarde visitamos el pueblo y vimos su iglesia. Fue la que más me gustó de todas las pequeñas iglesias de los pueblos que vimos (la de Juneda, la de Castelldans, Borges, Artesa y Puigverd) porque su fachada barroca era de un gusto y de una finura exquisita, muy trabajada aunque con el austerismo típico del primer Barroco Ibérico de las iglesias modestas (aunque en Lleida capital vimos una iglesia Barroca en el centro, la de Sant Pere, que me maravilló por la fachada e incluso forma completamente barroca, puesto que las otras tenían fachadas barrocas pero el conjunto era renacentista... aquella de Lleida era complétamente barroca...y se sabe que son barrocas porque la forma de las iglesias del Barroco de la Península Ibérica es muy característico: tienen forma de rancho mexicano, con esas curvas en los muros en la parte de arriba y pintadas de blanco...supongo que los ranchos mexicanos se inspiraron en el Barroco Ibérico en su forma). En fin, la iglesita barroca de Cogul me enamoró por su extremada delicadeza de formas. El problema es que muchas de esas iglesias no las pudimos visitar por dentro ya que permanecían cerradas a las horas que fuimos. La de Juneda también me gustó mucho. Y no digo nada sobre los porches típicos de piedra en todas las poblaciones. Suenan las voces amplificadas, antiguas, frescas como la piedra...es entrañable andar por debajo de esos porches. En Borges lo que más me gustó fueron las casas construidas en los S. XVII y XVIII...unas fachadas cuidadísimas y una hermosura y grandeza que allí bien pudieron vivir grandes terratenientes, o incluso la nobleza...yo quiero una casa del SXVIII!!!!. En Puigverd me enamoré de un caserón en venta que estaba muy cerca de la iglesia. Parecía del SXVI...la reformaría hasta hacer de ella la casa más bella de kilómetros a la redonda. Hacía doble esquina y tenía tres plantas con grandes filas de ventanas... sólo de verla en mi imaginación se me ponen los dientes largos.
Volvimos a Borges y comimos en un restaurante que estuvo bastante mal porque al ser un día laborable estaba lleno de trabajadores que nos miraban como a bichos raros y el menú dejó mucho que desear...pero no estuvo mal del todo. A la vuelta fuimos a otro bar del pueblo donde sí había juventud y una música que no desagradaba. Era nuestra última noche, al día siguiente teníamos que partir. Nos fuimos a casa temprano.
Cenamos y estuvimos un rato viendo la TV , habiendo previamente arreglado la casa del todo y preparando las maletas por la tarde después de haber ido al restaurante.
El extraño silencio delataba nuestra melancolía por dejar aquel lugar.
Un extraño silencio roto, cada 15 minutos, por el lánguido sonido de las campanas de la iglesia de Castelldans, adosada a la que en aquel momento era nuestra casa.
Y aún creo escuchar esas campanas en mi alma.

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