Último día en soledad

Mañana ya viene mi madre desde Ibiza. Se acabaron las alegrías de sentirme a mis anchas en casa. Sí, se trabaja más, pero merece la pena. Aunque hoy ha sido duro. Después de trabajar, y en toda regla que estoy ( hoy me bajó y no me extraña por los delirios descritos en el post de ayer), he tenido que hacer la comida, barrer, fregar, hacer el lavabo... vamos, que tengo los riñones que ni los siento de dolor.
Ya tengo toda la casa limpita. Hoy cocinaré unas espinacas del huerto del padre de mi amada. Me elevaré místicamente esta noche. Iré a la cama volando. Y mañana, como es viernes, seré feliz, muy feliz, porque sera el día en que vere a mi amada.
Iremos a la fiesta mayor de su ciudad. Iremos a ver un concierto de música barroca, a un mercado de manjares artesanales, al pregón ofrecido por un famoso trío humorístico catalán... metidas entre el gentío, ignorante de nuestro Eterno Amor.
Y así hasta el sábado por la noche. El domingo ya empiezo a trabajar otra vez en los pollos. Volveré a ser pluriempleada durante dos semanas. Uf!...sólo de pensarlo ya me canso.
Aunque, por fin, barrer, me ha dado una alegría. Ayer me econtré unas gafas de sol de óptica italianas con su funda y hasta el certificado de garantía de la Comunidad Europea y las instrucciones para su mantenimiento. Por fin el barrio pijo de mi ciudad me ofrece algo que no es basura.
Bueno, pues ya sólo me quedan 6 días para acabar de barrer. Creo que hasta lo echaré de menos. Quizas sustituya el barrer con hacer ejercicio. Así, mantendre la forma, porque menuda manera de sudar cuando barro.
Mañana sera otro día y, mientras tanto, a soñar con mi amada. Como siempre.